Hace treinta y cinco años, en uno de esos días en los que te levantas más espeso que niebla invernal, entrevistaba a Conchi en Espinosa de Henares sobre una fiesta, la de Santa Águeda, que allí es de Interés Turístico Regional. Fiesta que, si no fuera por el Coronavirus, celebrarían mañana sábado: “sí, lo hacemos así, pasándolo al sábado porque hay muchas hermanas de Santa Águeda que viven fuera, en Madrid, y por eso hemos pensado que de hacerlo sería el sábado, nos dice Conchi. “Somos unas cincuenta hermanas o así”.
Todo en un pueblo que, entonces, hace 35 años, tenía unos 415 habitantes orgullosos de su patrimonio artístico y monumental. Del puente labrado a finales del siglo XV, de su iglesia parroquial del XVI o del Convento de Santa Clara. “Es que no todas se ponen de hermanas y algunas se retiran”, dice Conchi.
La fiesta en Espinosa pudiera remontarse a los siglos XVI o XVII porque, según la leyenda, la costumbre de hacer la hoguera este día de Santa Águeda se hizo por primera vez cuando, al salir las mujeres de la función religiosa en honor de la Santa, se encontraron con dos leñadores y sus mulas o asnos cargados de gavillas de leña a los que les obligaron a descargarla y, tras amontonarla, le prendieron fuego haciendo una gran fogata, tradición que no se ha perdido en el transcurso de los años.
“A las 11 y media es la misa. Traemos una orquesta para que luego, en la procesión, toquen los músicos. Es una banda de música que viene de Madrid y que nos cuesta 65.000 pesetas”. Como si no hubiera bandas de música cerca de Espinosa, Conchi. “Bueno, otros años hemos traído de Humanes pero a las mujeres les gusta más que toquen con instrumentos por las calles. Como charangas”.
La imagen de Santa Águeda, dice Conchi, está muy antigua. “Es que no tenemos fondos y la santa se queda así todos los años. Lleva una túnica y la bandeja con los pechos porque se los cortaron”.
Las mujeres llevan a la Santa durante la procesión que dura menos de media hora. Van cantando “lo típico de la procesión. Canciones. Pero no me acuerdo porque empieza el cura y seguimos las demás”, añade Conchi. “Después de la procesión se hace una hoguera. La hacemos nosotras y aprovechamos para monedear los ramos y todo lo de la Virgen con el fin de sacar algo de dinero. Es una subasta y el dinero es para la iglesia. Luego bailamos alrededor de la hoguera. Bailamos las mujeres solas. Mujer con mujer, sí. Los hombres se ponen en la plaza y miran. Y si alguien no lleva el traje regional, puede bailar con alguno de ellos pero las que llevamos el traje, na. Que no bailan con nosotras. Es un traje regional de Guadalajara pero hay poquitas que lo lleven. Es el traje alcarreño y las que llevamos el traje, ya le digo, no bailamos con los hombres. Ahora ha cambiado mucho. Antes era una lucha contra el hombre. Llegábamos a desnudar a alguno”, dice Conchi. “y si no que se lo pregunten a Gerardo Martínez “Barrabás”, que hace varios años lo vieron en toda España por la retransmisión que hizo de la fiesta TVE: le dejaron en calzoncillos y menos mal que llevaba peleles.
A las dos se van a comer todas las mujeres. Por la tarde hacemos concursos hasta la hora del baile que empieza a las siete o así. Y luego hacemos un descanso para cenar. Todas las mujeres juntas, en un bar. Somos unas veinticinco. Vamos a cenar consomé, merluza rebozada, postre y café. Luego el baile hasta las tres o cuatro de la mañana”.
¿Y los niños?, le pregunto a Conchi. Pues dejamos la comida hecha para que se apañen con los padres y, si no, pues los abuelos son los que ayudan. La costumbre de ofrecer a los niños a la Virgen ha desaparecido”, añade Conchi . “La pena es que no sabemos bailes regionales. El dinero lo hemos recaudado casa por casa y de ello nos encargamos unas cuantas de pedir el dinero y ya lo tenemos”.
El cinco de Febrero, es el día en el que mandan las mujeres aunque, en Espinosa de Henares hayan pasado la festividad al sábado. Seis mujeres –tres del pasado año y las tres de este- se reparten el mando a las órdenes de la Alcaldesa Mayor, cargo que ocupó el pasado año, Palmi Calvo, por lo que tendrá que pasar el bastón a la nueva alcaldesa. Un bastón que, a su vez, recibe del propio alcalde y que, de repente, transmite un montón de obligaciones ese día: “organizar la fiesta, prepararla. Yo tengo el bastón todo el día porque mandamos nosotras. Los maridos y los hijos, se tienen que hacer la comida. Ahora son más cocinillas pero, antiguamente, era más complicado”.
Con el paso de los años, como ocurre con todo, la fiesta se ha suavizado bastante y ya no existe ese tira y afloja en torno a la hoguera. Ese afán por apagarla: “es que en el año 1965 lo vi en una tele de la comunidad de Madrid. Yo era una niña y lo dejaron como pelele. Los dejaban en calzoncillos. Ahora ya no pero, entonces, era así. No es una lucha, no, entre hombres y mujeres. Todo es en armonía. Es que antes iban a la lumbre a tratar de estropearla pero ahora no”.
Encontrar un momento emotivo en la fiesta de Santa Agueda resulta difícil para Palmi. “Son todos. El pregón es emocionante, el prender la hoguera ni te cuento. Es el único sitio en el que se hace la hoguera que permanece encendida todo el día. Quedan cenizas, rescoldos y la gente asa patatas y lo que quiere”.
La procesión es muy vistosa porque en ella la mayoría de las hermanas visten el traje alcarreño. “Hay señoras que no lo llevan pero no pasa nada. Acuden y participan. Es más, tenemos un traje para ofrecérselo a la invitada. Aquí ha estado Paloma Gomez. Borrero, Cristina Hoyos…mucha gente importante y a todas ellas se le ofrece el traje que se lo pone, claro”.
En este momento, Palmi, no puede cuantificar el gasto que supone una fiesta como esta porque no lleva el listado, pero se queja amargamente de la falta de subvenciones y ayudas por parte de instituciones y organismos: “no tengo cifras pero cuesta mucho esfuerzo porque no tenemos ni un euro. Pagamos cuatro euros al año y, con esto, ya me dirá usted lo que se puede hacer. Comprar unas flores para la Virgen y ya”.
Hay novedades este año, aclara Palmi. Y es que la comisión tuvo la idea de homenajear a la hermana de más edad y ha dado la casualidad de que es la madre de la alcaldesa de este año. Se homenajea a María Colladillo que va a cumplir 97 años y a la que, seguro, cuando era moza, más de uno le cantó la seguidilla que dice:
A Espinosa, niña,
vine contigo.
Menudo fue el asombro
de Santa Águeda.
Quizá pensara
lo bonita que tienes
niña, la cara.
José Luis Muñoz Martínez