Esta mañana de muy temprano te propongo, – mi querida eterna- algunos de los sueños que jamás dejamos de desear y nunca cumplimos ni, posiblemente, atesoremos. Tal vez… Tal vez…
Así pues te propongo en esta madrugada amiga que, caminemos bajo las estrellas, en esta seminoche clara y cuando la gente ya haya huido a sus escondrijos más escabrosos .
Ya se han callado todos los bullangueros y tan solo se oyen nuestros susurros. Ya se les han fundido todos sus anhelos del día. Y borrachos, van a cumplir lo que haya que ser cumplido.
Caminemos por los empedrados sucios que nos ha dejado la canalla, lejos del gris alboroto.
Caminemos como si estuviésemos siempre enamorados por en medio de los cascos rotos de cervezas y vasos de ron y tequilas mal destilados.
Caminemos susurrando nuestros dulces e inacabados embustes.
A pesar de que yo ya sepa que tu instinto va según las horas, que yo soy del cuarto o el sexto, y que tus ojos seguirán mintiendo mientras me lloras evocando aquellos afanes que nos contábamos bajito en nuestras antiguas escapadas a hurtadillas, sin permiso que nos amparase, pero con la temeridad de los impenitentes chalados.
Yo ya sé en tu pie ligero, todos los puntos que calzas. También sé que moriré y, también sé, querida mía, que eres falsa.
Pero todo eso no hace ningún peso en nuestras vidas y en el mundo poco hay, o nada, como hilar apretado entre beso y beso de consentidas mentiras.
Nuestras venas, por el engaño, pueden juntarse, y por tu extraña desazón yo también te seré siempre un buen compañero… de farsa.
Caminando pues, bajo estas estrellas tan limpias, en esta madrugada transparente y prometedora, yo también te contaré siguiendo tu farándula que, también yo tuve un amor en el primer puerto de donde partí. Tardé mucho tiempo a volver en ese puerto. O quizá, siempre lo he equivocado.
Sí, yo también tuve un amor en el puerto al que me acostumbré.
Vuelvo y vuelvo a ese puerto, busco ese amor que un día creí tener, busco y vuelvo a buscar, y que jamás encontré. Lo sé. Lo sé. Pero ya no importa.
Después, muchos de puertos, después, mucha mar, después de muchos amores, después, mucha noche, seguiré esa búsqueda por muy vana que sepa que así será.
La ilusión no se me ha perdido, aunque todos los puertos parezcan iguales. Ya no tengo un fondeadero mío, ya no tengo ningún amor, aunque me llores falsamente y nos regalemos besos de mentirijillas.
Vayamos calle adentro, bajo esas estrellas, que no ven ningún puerto,que no ven ningún faro, que no ven gaviotas. Que solo ven nuestro apretado paseo.
Que sólo haya azul, azul verde de tus ojos, azul verde de mi mar.
Y…poco más. Y…poco más.
Firma invitada: Francisco R. Breijo-Márquez. Doctor en Medicina. Full Professorship of Clinical and Experimental Cardiology at East Boston Hospital, Boston. Massachusetts. (On voluntary leave, currently)
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