Almonacid de Zorita volvió a llenar de color, arte efímero y sentimiento colectivo las calles del municipio con motivo de la celebración del Corpus Christi, una de las más significativas para sus habitantes. La villa alcarreña acogió este domingo una nueva edición de su fiesta más emblemática, declarada de Interés Turístico Provincial en 2012, en la que vecinos de todos los barrios trabajaron codo con codo para confeccionar una alfombra de serrín y viruta de madera teñidos y pétalos que cubrió cerca de dos kilómetros de recorrido, conectando los diez altares repartidos por el trazado.
La Hermandad del Santísimo Sacramento, la más antigua del municipio, organiza esta celebración que hunde sus raíces en el siglo XVI. Desde los años 70, la fiesta del Corpus experimentó una notable revitalización, gracias al impulso de Engracia Palmero, nacida en La Gomera y esposa de quien fuera médico local José María Madrigal. A partir de entonces, lo que inicialmente eran pequeñas alfombras ante cada altar se fue extendiendo hasta cubrir de color el trayecto completo de la procesión.
Trabajo colectivo desde la madrugada
Los preparativos comenzaron días antes, con vecinos tiñendo serrín en grandes hormigoneras aportadas por el Ayuntamiento. En la madrugada del domingo, desde las seis de la mañana, las calles cobraron vida con los primeros trazos de tiza sobre el asfalto. Plantillas de corcho, virutas de colores y la dedicación de cientos de manos transformaron el pavimento en un enorme tapiz temporal. En muchos barrios, niños, jóvenes y mayores trabajaron juntos para dar forma a una obra coral que no solo embellece el pueblo, sino que refuerza el vínculo entre generaciones.
Desde la calle Cervantes hasta la del Trinquete, pasando por San Sebastián, Gobernador o la Plaza del Coso, la alfombra fue mantenida con esmero por los propios vecinos, que la regaban periódicamente para preservar los colores y evitar que el serrín se desdibujara con el paso de las horas o del viento. Algunos tramos, como el que va desde la calle Natalio Gumiel hasta la plaza de la Puerta Nueva, alcanzan los 150 metros de longitud, como explicó José Luis Roldán, uno de los participantes veteranos, satisfecho porque este año se ha implicado más gente joven en su elaboración.
También en la Plaza de la Panadería, Charo Toledano contaba que habían comenzado muy temprano para tener su altar listo antes de la misa y la procesión. La imagen que presidía su altar perteneció a su tía, y hoy sigue formando parte de la celebración. “La conservaba con cariño en casa, y antes de fallecer quiso que quedara en manos de alguien que la valorara. Me la dio a mí. La guardo con afecto. Cada año, preside nuestro altar”, contaba Charo. La implicación intergeneracional fue constante a lo largo del recorrido, como subrayaban otras vecinas. María del Carmen Camarero explicaba que en su calle “el altar lo hacemos entre la familia, y la alfombra entre todos los vecinos”; y Teresa Ortega destacaba el trabajo creativo del joven Ian Parra, responsable de las plantillas que embellecieron su tramo.
En la calle del Trinquete, Rosa Ruiz recordaba que la tradición de decorar con serrín comenzó en 1972, el año en que hizo la Primera Comunión, y valoraba especialmente que en esta edición se hayan unido más manos jóvenes al esfuerzo común. Junto a ella, María del Mar Domínguez explicaba que cada año, en su trecho de alfombra, se hace un homenaje a los vecinos que ya no están, y que su calle es una de las más largas del recorrido, por lo que el trabajo se reparte para llegar a tiempo. Yolanda Pimentel añadía que, aunque no todos los que colaboran viven ya en el barrio, son muchos los que regresan cada año para participar. En su caso, la selección de los diseños se hace por votación en un grupo de mensajería móvil, y desde la tarde anterior se tiñe la viruta para dejar todo listo al amanecer.
Altares, homenaje y bendición final
Cada altar, con el Corazón de Jesús como eje simbólico, fue decorado según el criterio de cada barrio. El último, instalado frente a la Ermita de la Virgen de la Luz, y es responsabilidad del Hermano/a Mayor, que este año es Amelia Corral. Manuel Toledano, colaborador habitual de este final de la procesión, explicaba que aunque tradicionalmente se instalaba en la iglesia de Santo Domingo, actualmente en obras, se ha trasladado a la Ermita, punto donde también se realiza la bendición final. Este trabajo cuida especialmente la alineación de los dibujos y la intensidad de los tintes, porque el serrín no permite disimular los errores.
Poco antes de las doce de la mañana, sonaban las campanas. La Ermita de la Virgen de la Luz acogía la misa solemne, acompañada por el coro parroquial, y oficiada por el párroco almonacileño, Javier García Toledano. Al finalizar, la procesión recorrió las calles alfombradas deteniéndose en cada uno de los altares para la oración y la ofrenda floral. Entre las imágenes más emotivas, destacó la participación de los tres niños que este año han recibido la Primera Comunión, arrojando pétalos al paso de la Custodia, portada bajo palio por los cofrades de la Hermandad y guiada por el sacerdote. También, y como novedad este año, ha habido un altar nuevo, delante de la casa del Comendador.
El alcalde, José Miguel López, puso en valor el compromiso colectivo del pueblo. “La del Corpus es una jornada que resume el espíritu de Almonacid. No se trata solo de mantener una tradición, sino de vivirla juntos. Esta celebración tiene todos los ingredientes para aspirar a ser declarada Fiesta de Interés Turístico Regional, por su belleza, por su autenticidad y, sobre todo, por la entrega de todos los que la hacen posible”, señaló.
Este 2025 se han cumplido 47 años desde que, en 1978, se completara por primera vez el recorrido íntegro de la procesión con una alfombra continua, según recogió el cronista local Román López. Desde entonces, la fiesta no ha dejado de crecer, consolidándose como un evento con profundo valor religioso, cultural y turístico.