La actuación del teatro de guiñol de la compañía Maese Pedro Villarejo y la fiesta DJs rejuvenecieron el seguntino Parque de la Alameda con dos actividades de naturaleza bien distinta, pero que en ambos casos registraron una magnífica participación, en un caso de público infantil –y adulto por nostalgia- y en el otro juvenil.
Poco antes de que se abriese el telón del guiñol, en una tarde fresca en La Alameda, la concejala de Festejos, Conchi Huelves, despedía la Semana Joven dando las gracias por su trabajo a Susana Gómez, responsable del Centro Juvenil La Salamandra, como organizadora de la misma, además de al resto de asociaciones y personas implicadas en su concepción y desarrollo. “Un año más, ha colgado el cartel de no hay billetes en prácticamente todas sus actividades: parkour, grafiti, postres del mundo, o magia”, laureó la concejala.
Huelves tuvo unas palabras también para la función de guiñol. “No hay mejor manera de poner el broche de oro a nuestra Semana Joven que trayendo de vuelta a Sigüenza al personaje de Gorgorito, que tantos recuerdos nos trae a los seguntinos”, destacó. Y es que este teatro de marionetas de la compañía Maese Pedro Villarejo acompañó las fiestas de San Roque durante largos años, hasta bien entrados los ochenta, pero desde entonces esta actuación, entrañable, no había vuelto a la ciudad.
Por la noche, e igualmente en La Alameda, se dieron cita más de quinientos jóvenes para bailar con la música de los tres DJs que actuaron. Fueron DJ Alex Euforia, DJ Ori White y DJ Sofía Cristo. Sus actuaciones se prolongaron hasta bien entrada la madrugada.
El regreso a La Alameda de la compañía Maese Pedro Villarejo es, a la par, fruto de la casualidad, puesto que, por una parte, una seguntina, viendo que la Compañía actuaba en Pamplona, fue a propósito a comprobar si era la misma, y, como sí lo era, lo comentó con la actual concejala de Festejos que inmediatamente se interesó por ello, y también de un artículo que la archivera municipal, Amparo Donderis, había escrito en el periódico local, La Plazuela, recordando el legado sentimental del guiñol en la ciudad y la huella que dejó en los niños de aquella generación, a petición de la seguntina Mila de Mingo. Su texto, que fue repartido entre el público, rescató de la memoria colectiva aquellas actuaciones fantásticas, siempre en las fiestas de San Roque. Ambas, Huelves y Donderis lo recordaron en dos breves intervenciones antes de que comenzara el espectáculo.
Después, se abrió el telón, y los actores de la compañía Maese Villarejo, nombre que proviene de la mezcla de Maese Pedro, titiritero quijotesco, con el tercer apellido, por el que era conocido el fundador, Juan Antonio Díaz Gómez de la Serna Villarejo, representaron ‘Gorgorito en la casa de Turrón’. En el cuento, con guion original de la compañía, y para todos los públicos, La Bruja intentó atacar primero, y comerse después, a unos amigos de Gorgorito. Sin embargo, no pudo con este paladín de la justicia, que lucha contra la maga, salvándolos. El personaje principal del cuento fue, naturalmente, Gorgorito, “un niño de diez años envidiable: valiente, con muchos amigos, y lucha por la justicia”, resumía Juan Díaz hijo del fundador y continuador, junto a su hermana Mónica, de la Compañía.
Mónica y Juan han vivido el oficio de titiritero desde incluso antes de tener uso de razón. “Tengo una foto con pantalón corto en Alicante, en el guiñol, con dos años, y tenemos otra de Monica, en su cuna, en Vigo, dentro del teatro. Crecimos, y cuando tuvimos estatura para manejar los muñecos, lo hicimos. Aun antes, ya abríamos y cerrábamos el telón o subíamos el volumen, cuando correspondía”, recordaban.
El guiñol de Maese Pedro Villarejo ponía así fin a su largo periodo de ausencia en la ciudad, de más de 30 años, ante un público numeroso, con más de un centenar de niños y niñas sentados en sus sillas, y el doble de padres y madres embelesados con el recuerdo.
“Depende de los sitios, a unos niños les cuesta arrancar más y a otros menos, pero al final, se involucran en la historia, y participan siempre”, contaba Mónica. El carisma del espectáculo es tal, que hay localidades que lo repiten cada año desde aquel 1952, año de la fundación de la compañía, como ocurre en Pamplona, en Logroño, en Cáceres o en Santa Cruz de Tenerife. A los actores, Mónica y Juan, les hizo tanta ilusión como a los niños y a sus padres volver a Sigüenza. “El año que viene, si podemos lo haremos en las fiestas, porque tenemos dos equipos, y pese a que uno está comprometido en Alfaro desde hace muchos años, el otro si podría acudir”, señalaban. Igualmente confesaban sentirse halagados con la expectación que entre el público adulto había despertado la actuación. “Significa que recuerdan a Gorgorito como un personaje especial de su infancia”, añadían los hermanos Díaz Quintero.
El éxito de la actuación indica que los niños de hoy también recordarán mañana a Gorgorito. “Algunos niños piensan que los muñecos tienen vida. Y es verdad, porque en cierta manera, la tienen. En alguna ocasión, después de la actuación se ha acercado algún niño y, cuando nos ha visto, ha exclamado: ¡pero si sois personas!”, contaba con gracia Juan en La Alameda. En todo caso, cuando entran en la trastienda del guiñol, “los niños siempre se dirigen a los muñecos”, añade Mónica.
Ser titiritero no ha cambiado mucho desde que el espectáculo vino por última vez a Sigüenza. “Hay que viajar mucho, aunque los viajes de hoy sean mucho más cómodos”, cuenta Juan. “Había sitios a los que nuestros padres tenían que ir en autobús, y desde la parada, al lugar del espectáculo, les llevaban las cosas a lomos de borricos o mulas, hasta el pueblo”, añade Mónica. Pero la esencia del oficio es la misma, “conocer a mucha gente muy distinta, pero muy igual. El público del norte de Navarra es diferente al de Canarias, pero los niños se emocionan por lo mismo, gritan por lo mismo y se divierten de la misma manera; y sus padres están igualmente felices cuando los ven disfrutar”, resume Juan. Por otra parte Mónica termina diciendo que, con los nuevos tiempos “pensaba que a los títeres les quedaba poco tiempo de vida, pero, afortunadamente, ha habido un resurgir. Y resulta que son compatibles con los móviles y con las consolas. A los niños les gustan, incluso más que antes”.
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