El cante flamenco se puede decir de muchas maneras. Puede ser hiriente o sutil, sobrecogedor o susurrante. De todo eso hubo en la voz de Matías López, figura estelar del II Ciclo Flamenco Ciudad de Sigüenza. ‘El Mati’ embelesó a la entusiasta afición local que disfrutó de lo lindo en el concierto del cantaor, el pasado sábado. “El arte nace en uno, cuando lo expresa desde el corazón, desde la sinceridad. Nosotros le decimos flamenco a lo que hacemos, porque es nuestra cultura. En América del Norte lo llaman jazz, o soul. Son músicas y culturas de raíz. Para mí, no hay más camino que ese. Todo lo que llega desde el corazón y desde la verdad, siempre será flamenco”, explicaba ‘El Mati’ instantes antes del concierto.
Con un cante por mineras, con el que ganó la Lámpara Minera, el más preciado galardón del Festival de la Unión celebrado el pasado mes de agosto, empezó su concierto El Mati. Se llevó de calle a un público entregado. “Hay un antes y un después del premio. Para uno mismo y para la vida artística de uno –ayuda mucho a nivel mediático- pero también por el reconocimiento de los compañeros. A consecuencia del premio, han sido muchos los que me han dicho que les gusta lo que hago. Y eso, es muy de agradecer”, añadía.
El cantaor barcelonés, afincado actualmente en Sevilla, maravillosamente acompañado por el jovencísimo guitarrista David Caro, y por el percusionista Javier Rabadán, dio muestra de estar en momento espléndido, en plenas condiciones vocales y con una entrega total al cante. Capaz de los más atrevidos forte, de un grito desgarrador, a los más susurrantes piano, de delicada belleza, el cantaor fue desgranando cantes tradicionales como soleares y seguiriyas, interpretados siempre de manera muy personal. A los cantaores demasiado jóvenes se les adivina a menudo la bisoñez, la falta de cuajo en la voz; a los más veteranos, por el contrario, a menudo cuesta verlos romperse, pelearse con el cante. Nada de eso ocurrió con ‘El Mati’, que sabe, puede y quiso cantar. “Para mí, y para mis compañeros, no caer en la rutina es cuestión de principios. No queremos caer en el acomodamiento, en saber que algo funciona y hacerlo por sistema. Nos gusta pisar los charcos, y ver a ver qué profundidad tienen. Buscar el límite”, seguía.
Hijo de su tiempo, ‘El Mati’ pudo sorprender a alguno con la utilización de elementos electrónicos que reverberaban o daban eco a tercios que se repetían, pero es algo que ya hacía, sin electrónica, el llorado Enrique Morente, cuando reunía a media docena de cantaores en corro, para entonar una salmodia sobre la que elevaba su propia voz. Algo parecido hizo el joven barcelonés, que en su segundo cante, por martinetes/tonás, introdujo en primer lugar un fondo como aquellos de Morente, sobre el que compuso este cante fundamental, a palo seco, y sin guitarra. Él mismo recordaba sus referentes musicales, entre los que, por supuesto, estaba Morente. “Enrique Morente, Camarón, Paco de Lucía, Rafael Riqueni o Diego Carrasco, si hablamos de flamenco, o Ibrahim Maalouf, Tigran Hamasyan, Jimmy Hendrix o los Rolling Stones, si nos abrimos a otros palos, aunque si hablo de la música que me gusta, necesitaría la noche entera. Hay un cúmulo de artistas muy distintos que forman parte de mi personalidad musical”, añadía.
Entre los distintos palos que se fueron sucediendo, sobresalieron los tientos/tangos en los que el Mati dio muestras de su procedencia familiar, Extremadura, con un dominio absoluto del género, con idas y venidas a un cante que, sin dejar de sonar siempre a tangos, no dejaba de parecer algo distinto. Con las alegrías finales volvieron los ecos morentianos con letras de Alberti (“Si mi voz muriera en tierra”) y otras del acervo tradicional (“Un torito de Contreras”, o esa delicia de “Estoy por decir / no quiero a nadie / a nadie quiero / nada más que a ti”). ‘El Mati’ empieza ahora a grabar su segundo trabajo discográfico, que se llama ‘Jugando’, y que estará en redes sociales y plataformas el año que viene.
Un día antes, el viernes 8, en la misma sala, el café-bar L’Antigua, la cantaora sanluqueña Naike Ponce y el guitarrista Maurizio Delrio habían dado comienzo al ciclo con distintos cantes tradicionales, hasta rematar con un tango (‘Malena’) y coplas (‘Ay pena, penita, pena’). Y el sábado 9 por la mañana, en el auditorio El Pósito, tuvo lugar la muestra baile flamenco de la compañía ‘A Nuestro Ritmo’, una compañía dirigida por Isabel Olavide, una visitante habitual de una localidad vecina a Sigüenza, Bujarrabal, que integra en su compañía a personas con diversidad funcional.
Organizado por la asociación cultural Siguenz(A)rte, el ciclo ha revelado la existencia de un entusiasta grupo de aficionados seguntinos al flamenco, que hace posible pensar en la consolidación de este festival en los próximos años. “Desde el Ayuntamiento no podemos más que aplaudir y apoyar la iniciativa, y animar a sigüenz(A)rte a la organización de la III Edición del Ciclo Flamenco Ciudad de Sigüenza”, valora José Antonio Arranz, concejal de Turismo.
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