El Grupo de Biología Evolutiva de la UNED, encabezado por el investigador Francisco Ortega Coloma, ha finalizado sus trabajos en el yacimiento paleontológico de Algora, en Guadalajara, donde hace unos años hallaron los restos de una nueva especie de tortuga: Algorachelus peregrina. Las tareas de excavación, desarrolladas dentro de los Proyectos de Investigación del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de Castilla-La Mancha (Viceconsejería de Cultura de la Consejería de Educación, Cultura y Deportes de Castilla-La Mancha) y dirigidas por el investigador del Grupo de Biología Evolutiva de la UNED Adán Pérez García, han concluido con cerca de 400 especímenes registrados gracias a los cuales se podrá mejorar el conocimiento sobre la tortuga de Algora, que representa la primera llegada de faunas de tortugas de África a Europa, y se podrá establecer una nueva visión del Cretácico Superior europeo.
En primer lugar, el estudio de los restos hallados va a permitir conocer mejor cómo se produjo la transición faunística entre la primera parte del Cretácico y la última, un proceso del que apenas existía información hasta la fecha. “Los yacimientos paleontológicos con faunas de dinosaurios y otros animales que convivieron con ellos durante el Cretácico (hace entre 145 y 66 millones de años aproximadamente) son abundantes en el registro europeo, estando muy bien representados en la Península Ibérica”, explican desde el Grupo de Biología Evolutiva de la UNED. “Allí se han podido caracterizar, de manera detallada, faunas que habitaron en la primera parte de este periodo, especialmente hace unos 125 millones de años, pero también las de la parte final del Cretácico, que integraban los últimos ecosistemas dominados por los dinosaurios. Las faunas de ambos intervalos temporales son radicalmente diferentes. Desgraciadamente, hasta ahora se disponía de información muy limitada sobre cómo se produjo la transición entre ambos conjuntos faunísticos, debido a la escasez de registro paleontológico del lapso temporal que las separa. La escasa evidencia disponible en Europa permitía suponer que esta transición probablemente se produjo a comienzos del Cretácico Superior, durante el Cenomaniense, es decir, hace unos 95 millones de años”.Hasta hace poco, el material paleontológico del Cenomaniense de Europa estaba limitado a escasos restos de vertebrados, recogidos de manera aislada, ya que no se había identificado ningún yacimiento en el que se registrara una acumulación de organismos. Esto ha cambiado radicalmente gracias al reciente descubrimiento del yacimiento paleontológico de Algora, en el que se ha constatado la presencia de abundante material fósil que aporta numerosos datos sobre el relativamente drástico reemplazamiento entre las faunas del Cretácico Inferior y más superior de Europa, reconociéndose la supervivencia de linajes más primitivos de este continente y, especialmente, la llegada de grupos inmigrantes, especialmente provenientes de África, y cuyos descendientes representarán algunos de los principales linajes de reptiles europeos del final del Cretácico.
¿Nuevo saurópodo?
Además de la tortuga, entre los múltiples hallazgos destaca el de un esqueleto parcial de un herbívoro de relativo pequeño tamaño, “que podría corresponder a una nueva especie de saurópodo, siendo el represente europeo más antiguo de los titanosaurios, que serán uno de los grupos de dinosaurios más abundantes y diversos en los yacimientos de la parte final del Cretácico de este continente”, señalan los expertos.
Y es que los resultados de esta campaña han sido muy exitosos, no solo por el elevado número de restos hallados (cerca de 400 especímenes) sino, especialmente, por la relevancia de los mismos. “El conocimiento sobre Algorachelus puede mejorar radicalmente”, continúan los investigadores, “gracias al hallazgo de numerosos caparazones completos, tanto de individuos juveniles como de adultos, pero también de la mayor colección de cráneos de toda Europa y una de las mayores a nivel mundial del grupo al que pertenece esta tortuga, cuya migración los expertos califican de “muy exitosa”. “Los descendientes de Algorachelus fueron muy abundantes y diversos en este continente, siendo las tortugas más comunes en los ecosistemas europeos del final del Cretácico”. Además, esta campaña ha sido especialmente relevante porque aporta una nueva visión sobre los representantes de otros linajes hasta ahora mal conocidos”.
La diversidad de peces es identificada como mayor de lo hasta ahora considerada. Entre otros hallazgos, se reconocen restos de peces de origen africano, “que también apoyan la hipótesis sobre el reemplazamiento de varios linajes de vertebrados europeos por faunas provenientes de los continentes del sur”. Hasta ahora se disponía de muy escasa información sobre los cocodrilos de Algora y de los niveles de ese periodo en toda Europa. Gracias a esta nueva campaña de campo se reconoce la presencia de varias formas de cocodrilos que convivieron en la zona. El nuevo material permite reconocer que algunos linajes de cocodrilos primitivos aún sobrevivían a comienzos del Cretácico Superior, junto con formas atribuibles a linajes más modernos, que acabarán reemplazando completamente a los miembros de esos grupos varios millones de años después. La misma tendencia es reconocida para los dinosaurios.
Guadalajara, costa tropical
Los hallazgos no solo cambiarán la visión de la fauna del Cretácico europeo, sino también del paisaje que habitaba, puesto que, aunque los niveles geológicos registrados en Algora, que se extienden a lo largo de una amplia superficie de la meseta castellana, habían sido generalmente interpretados como depositados en ambientes desérticos, los proyectos desarrollados por los investigadores de la UNED permiten reconocer que en dicha zona el desierto había dado lugar a nuevos ecosistemas con amplias masas boscosas cercanas a la costa. “Hace cerca de 95 millones de años, Algora ocupaba una zona costera tropical, con grandes bosques de los que se podían alimentar los dinosaurios herbívoros. Otros animales terrestres son reconocidos, como es el caso de más linajes de dinosaurios, incluyendo depredadores, y de algunos grupos de tortugas. En la zona están también bien representadas las faunas de agua dulce, como es el caso de algunos cocodrilos. Sin embargo, también se han hallado otros cocodrilos marinos, junto con la tortuga Algorachelus, que habitaba junto a la línea de costa, pero también reptiles marinos característicos de ambientes de mar abierto, tales como los plesiosaurios”.
Itziar Romera
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