La provincia de Guadalajara acaba de sumar seis nuevas reservas hidrológicas, declaradas a propuesta del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), entre las que se incluyen dos reservas naturales fluviales y, por primera vez, dos reservas naturales lacustres y otras dos reservas naturales subterráneas. Con estas incorporaciones, aumenta a 15 el número de espacios naturales localizados en la provincia dentro del Catálogo Nacional de Reservas Hidrológicas.
Entre las nuevas reservas fluviales, la más destacada es la que comprende diversos tramos de las cuencas del arroyo del Río Mediano y de los ríos Sonsaz, Lillas y Sorbe, englobados bajo la denominación de este último, que suman en total 52,46 kilómetros. Además, se ha declarado también como reserva fluvial el arroyo de la Dehesa, entre Cantalojas y Galve de Sorbe, en un tramo de 8,4 kilómetros.
El acuerdo adoptado en Consejo de Ministros el pasado 29 de noviembre extiende por primera vez la protección también a reservas lacustres: las lagunas de Taravilla y de Somolinos, en el caso de Guadalajara, y a reservas subterráneas: el acuífero de Aguaspeña, a las afueras de Checa, que comprende 15 kilómetros cuadrados, y el manadero del Bornova, con más de 52 kilómetros cuadrados, situado en el término de Somolinos.
Con anterioridad, Guadalajara ya contaba con nueve reservas fluviales (dos de ellas compartidas con las provincias limítrofes de Teruel y Madrid), que sumaban más de 174 kilómetros de los ríos Tajo, Jarama, Jaramilla, Dulce, Hozseca y Pelagallinas, así como los arroyos Ompolveda y Vallosera y la rambla de la Sarguilla. Por tanto, ahora ya son más de 226 los kilómetros de cauces protegidos.
El proceso para la declaración de las nuevas reservas hidrológicas es fruto del trabajo realizado por las confederaciones hidrográficas para la revisión de los planes hidrológicos de tercer ciclo (2022-2027). En el conjunto de España, se han declarado 26 nuevas reservas naturales fluviales y ampliado dos tramos de ríos, con una longitud de 518,37 km, lo que eleva el número total de espacios protegidos de este tipo a 248, con una extensión de 3.848,51 kilómetros. Además, se han agregado 19 reservas naturales lacustres con un área de 12,34 km2 y las 22 nuevas reservas naturales subterráneas, de 1.077,11 km2 de superficie.
Evaluación ante los impactos del cambio climático
Debido a que las áreas protegidas son lugares de baja presión humana, las reservas hidrológicas constituyen un escenario inmejorable para evaluar los efectos del cambio climático en los ecosistemas de ríos y lagos, y aquellos asociados a agua subterránea.
Actualmente, el MITECO trabaja para implantar una red de seguimiento del cambio climático en cada uno de los tres tipos de reservas hidrológicas, donde se realizarán análisis de gabinete y campo para evaluar los cambios en variables meteorológicas, hidrológicas, hidrogeológicas, morfológicas o de vegetación de ribera, entre otras.