La Guardia Civil ha sido fundamental para la organización y estructuración territorial de España. Esta afirmación no es baladí, desde que el primer Duque de Ahumada, D. Pedro Agustín Girón soñara con la Legión de Salvaguardias Civiles, embrión que su hijo, el segundo Duque de Ahumada, D. Francisco Javier Girón y Ezpeleta, tuviera en cuenta para la creación de la futura Guardia Civil tras la designación que se le encomendó para que fundara el primer cuerpo de seguridad pública nacional.
La Guardia Civil, desde su fundación, ha sido santo y seña de la preservación de la seguridad ciudadana en el medio rural. El cuerpo en su vertiente institucional ha crecido y se ha enraizado en nuestros pueblos. Los guardias y sus familias son acogidos allá donde van, son valorados y queridos entre los vecinos por su necesaria labor, se han integrado en sus lugares de residencia, participando en el día a día y convirtiéndose en unos vecinos más de las zonas en la que prestan servicio.
De un tiempo a esta parte, la Guardia Civil está siendo usada como pieza de negociación política y lamentablemente, los dirigentes políticos que tienen que dirimir el futuro del instituto armado, lo están alejando cada vez más de los lugares donde tanto bien han hecho y menospreciando las demandas que los agentes reclaman para conseguir unas mejores condiciones laborales que repercutirían positivamente y de forma directa en los ciudadanos que protegen.
El 2 de enero de 2024 tras una publicación en el Boletín Oficial de la Guardia Civil comenzó el proceso de reorganización de las compañías y de los cuarteles con el objetivo de “seguir apostando por dar servicio al ciudadano en las zonas más despobladas». Pero como estamos acostumbrados a ver en el Gobierno de Pedro Sánchez, dicen una cosa y hacen la contraria, ya que tras esa declaración de intenciones que posiblemente compartimos todos, se ha anunciado que en un plazo de cinco años se eliminarán los 61 Puestos Auxiliares en Oficinas de Atención Ciudadana que están ubicados en diferentes puntos de España.
En la provincia de Guadalajara contamos con 3 puestos auxiliares: los de Alustante, Milmarcos y Orea. Puestos, que, de cerrarse, dejarán solamente a la zona de Molina de Aragón con la presencia de la Guardia Civil en los Puestos de Molina de Aragón, Checa, Maranchón y Zaorejas. Una mala noticia para nuestra provincia, que, de hacerse realidad, hará que la presencia y el trabajo de nuestros guardias sea aún más complicada.
Aunque la creciente instalación de cámaras de seguridad ciudadana en los municipios ayuda, no podemos olvidar que, además de que los ayuntamientos están comprometidos financiándolas sin ser de su competencia, éstas deben de ser un instrumento que complementen la acción de vigilancia presencial de los agentes. Pisar el terreno, aparte de para conocerlo, genera confianza en los ciudadanos y recelo en los delincuentes. Por lo que la reorganización de la Guardia Civil que pretende el ministro Marlaska debe de ir acompañada, inicialmente, de una dotación de un mayor número de efectivos para nuestra provincia. Tras una pregunta escrita realizada en el Senado, el Gobierno nos contestó afirmando que en la provincia de Guadalajara faltan cerca de 200 agentes. Estando en los primeros meses del 2024 y no teniendo aún Presupuestos Generales del Estado, hemos vuelto a preguntar individualmente por cada puesto de la provincia, sobre su dotación actual y sobre si existieran plazas vacantes, y si las hubiera, sobre la intencionalidad del Gobierno de cubrirlas con nuevos guardias que, fuera de toda duda, serán bienvenidos por los guadalajareños.
Que nuestra plantilla de agentes de la Guardia Civil se encuentre al 100% sería el primer paso para la reestructuración que esperan los ciudadanos de la provincia de Guadalajara y los propios agentes. Quienes con profesionalidad y muchas veces, con resignación, tienen que multiplicar sus esfuerzos para llegar a todos los puntos de una provincia con tantos municipios y tan extendidos unos de otros en el terreno y con problemáticas tan dispares como la nuestra.
Mientras tanto, seguiremos orgullosos de nuestros guardias, quienes de manera competente, eficaz, digna y responsable siguen velando por nuestra seguridad desde 1844. Estoy seguro de que si el Duque de Ahumada y el presidente del entonces Consejo de Ministros, Luis González Bravo, que impulsaron lo que hoy es la Guardia Civil, levantaran la cabeza y comprobaran en lo que se ha convertido el instituto armado español, estarían muy satisfechos de comprobar la magnitud de su obra.
Opinión de Lucas Castillo Rodríguez. Presidente del Partido Popular de Guadalajara y senador