“Pedimos un triple cambio”, explica el presidente de la Asociación de Municipios Ribereños, Borja Castro. “Elevar los niveles no trasvasables para garantizarnos una lámina estable, recortar al máximo los trasvases y eliminar su uso para regadío, sustituyendo el agua del Trasvase por el uso de las desaladoras”.
Así se expresaba tras certificarse un nuevo trasvase automática de 27 hm3, que, si bien hasta la última modificación hubiera sido de 38hm3, considera “injusto para la cuenca cedente”. Precisamente, los informes apuntan a que, debido a la aceptable situación de los embalses (recordemos que Buendía no alcanza ni el 37 por ciento de su capacidad), esta situación de Nivel 2 se mantendría durante un año y medio aproximadamente hasta vaciarse de nuevo a Nivel 3.
“Entrepeñas y Buendía no son el aljibe de la agroindustria levantina, son embalses de gestión hiperanual que regulan la cuenca del Tajo y no deberían asfixiarla en beneficio privado de unas empresas cuyos desastres medioambientales pagamos todos, aquí y en el Mar Menor”, redunda Castro. “Tenemos la oportunidad política para terminar con este rodillo que nos está arruinando mes a mes”.