Las personas LGTBI no nos podemos conformar hoy en día con que existan textos legislativos que nos protejan, de hecho, mientras que disfrutamos supuestamente de esa libertad amparada a nivel normativo, ya que, si no nos mantenemos alerta y vigilantes, dichas leyes pueden incluso desparecer, más aún, viendo las corrientes populistas y ultraconservadoras que recorren nuestro país y acechan con su sombra a lo largo de Europa.
«Que nadie se quede atrás: igualdad, libertad y justicia para todos», es el lema de este año que se promueve a nivel mundial desde el comité del Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia, efeméride que se reivindica hoy 17 de mayo desde 2005, popularmente denominada en nuestro país como Día Internacional contra la LGTBIfobia.
Me parece muy acertado el lema de este año, evocando esa intención de que nadie se quede atrás, ya que, desde hace varios años, a pesar de los diferentes avances legislativos en materia de libertades y derechos LGTBI en diferentes lugares del mundo, incluyendo las posturas favorables de la ONU, millones de personas todavía sufren el hostigamiento e incluso la muerte por motivo de tener una identidad u orientación sexual no normativa, es decir, la mayoritaria y mal
denominada «normal».
Más allá de nuestras fronteras, 67 países prohíben las relaciones consentidas entre hombres, y 41 de ellos también las relaciones entre mujeres, con penas desde el ingreso a prisión, hasta la pena capital. Incluso muchos otros países en los que no se tipifica como delito pertenecer al colectivo de personas LGTBI, dicha situación es motivo de persecución y castigo, tanto institucional como social, con miles de personas que deben migrar o solicitar asilo en países más tolerantes con la diversidad.
Con los comicios de las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, debemos reflexionar también sobre la corriente LGTBIfóbica y conservadora que está asfixiando ya a la población LGTBI en diferentes países y cómo puede peligrar a su vez los compromisos de la Unión hacia las libertades y derechos sobre la diversidad de orientación e identidad sexual, si finalmente controlan la cámara europea.
Pero no hace falta mirar tan lejos, en nuestro propio país, sus comunidades autónomas, provincias y municipios, los diferentes avances en normas o textos legislativos progresistas sobre derechos en diversidad sexual han sido, y siguen siendo, continuamente cuestionados por las corrientes más conservadoras e intolerantes. Parece que cada vez hay más, pero en realidad es que muchas de aquellas voces que, por vergüenza, o presión social no se pronunciaban desde inicios del siglo XX, ahora se sienten con la libertad de hacerlo. Y eso es debido a las múltiples voces de líderes y lideresas que abiertamente cuestionan, e incluso humillan o ridiculizan desde sus tribunas, a aquellas personas que pertenecemos al colectivo LGTBI.
Como indicaba, la existencia de leyes no nos asegura el amparo a largo plazo, ya que hace cinco meses se consumó el primer retroceso en derechos LGTBI en nuestro país, en nuestra comunidad vecina, la madrileña. Se cercenaron dos de dichas leyes autonómicas, que podría llegar a considerarse una derogación ética de facto, eliminando puntos como el plan contra acoso al alumnado LGTBI en los centros educativos.
Al menos en nuestra tierra, desde el PSOE de Castilla-La Mancha tenemos claro que la verdadera «libertad» no es el retroceso en derechos sociales, y nos reafirmamos en nuestra propia ley autonómica, que hace apenas doce días fue el segundo aniversario de su aprobación por unanimidad en las Cortes regionales.
La Ley de Diversidad Sexual y de Derechos LGTBI de Castilla-La Mancha es una realidad gracias al compromiso de Emiliano García-Page y la implicación y las aportaciones de prácticamente la totalidad de asociaciones LGTBI de nuestra tierra, así como de los sindicatos de clase, y diferentes organizaciones del tercer sector. Siendo un valor que debemos proteger.
Para que no exista dicho retroceso en derechos como ha pasado en Madrid, no podemos quedarnos con que el trabajo ya está hecho. Los ciclos cambian y el conservadurismo más acérrimo está cogiendo poder, por lo que no podemos permitir que el populismo conservador nos tome la delantera.
De hecho, el acoso y derribo a todo lo perteneciente al colectivo LGTBI se está convirtiendo en la tónica habitual, desde la humillación, la irónica cataloguización como cultura «woke», o el cuestionamiento de todo aquello que ha empezado a visibilizarse. Todo se cuestiona: «que si en las plataformas digitales hay demasiado contenido <<marica>>», «que por qué esa persona famosa debe salir vestida de esa manera», «que por qué una saga cinematográfica infantil debe incluir la historia de una pareja de mamás»… pero nunca nos cuestionamos que, de hecho, la «hetero norma» ha invisibilizado desde siempre nuestra realidad.
Somos parte de la ciudadanía que paga los mismos impuestos que el resto, que tenemos derecho a que no se cuestione que podamos tener referentes, que nuestras ambiciones personales o profesionales e incluso nuestra integridad psicológica, emocional y/o física, no se vean truncadas. En definitiva, pertenecemos y formamos parte de todos los estratos sociales y de todas las ramas profesionales, académicas, artísticas y/o deportivas. Sin embargo, muchas personas todavía tienen miedo de poder expresarse libremente, que viven ocultas por miedo al rechazo.
Sólo podremos conseguir que nadie se quede atrás si visibilizamos, no cuestionamos y remamos como sociedad. Todos y todas. Sólo así llegará la igualdad, libertad y justicia sin exclusión. Para todas las personas.
Opinión de Ignacio de la Iglesia Caballero. Secretario de LGTBI y Diversidad PSOE de Castilla-La Mancha