En la tarde de ayer, y dedicado a José Luis Romanillos, la guitarrista Silvia Nogales interpretó su concierto ‘Altamira ancestral y mágica’, una propuesta con la sumerge al público en los aspectos más curiosos de la cueva cántabra y en la época de la misma, (18.000 años atrás), mientras disfruta de obras de guitarra relacionadas con ese ambiente místico. Así, durante el concierto, se proyectaron recursos audiovisuales como imágenes sugerentes del interior del lugar, Patrimonio de la Humanidad, y sonido ambiente, a los que se superponía la música de la artista puertollanense. “Intento recrear el simbolismo de la época con composiciones inspiradas en el fuego y en el agua”, señalaba ayer. Presentó el concierto Ana Blasco, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Sigüenza, quien, además de glosar la figura de la guitarrista y el resto de sus facetas artísticas, también recordó al recién nombrado hijo adoptivo de Sigüenza.
Este proyecto fue una de las propuestas elegidas por MusaE, -dependiente del Ministerio de Cultura y gestionado por Juventudes Musicales- en 2018, de manera que la guitarrista tuvo la oportunidad de estrenar su espectáculo nada menos que en el lugar en el que está inspirado. Posteriormente fue seleccionado para hacer lo propio en otras cuevas, en Italia.
Profundamente impresionada por el arte rupestre, Nogales calificó a su autor o autores como verdaderos artistas. “Son muy enigmáticas. No se sabe del todo bien qué representan, pero se percibe de manera inmediata la vinculación del hombre con la naturaleza, con las estrellas, con lo más primario. Y eso es lo que intento reflejar con la música de la guitarra”, añadía.
Para llevar a cabo la selección del repertorio, y tener que emular una época en la que no había música como la entendemos ahora, para Silvia, lo más complicado fue traducir el simbolismo de Altamira a piezas de guitarra. “Encontré la sonata número 3 del Decameron, de Leo Brouwer, que tiene como referente aspectos primitivos de las tribus africanas, tales como la tradición oral, la muerte o los sueños”, contaba ayer, a la que ha añadido otras piezas tan evocadoras como ‘El fuego fatuo’ de Manuel Falla u otra que, sobre el agua, escribió Pablo Despeyroux,
Silvia Nogales habló, antes del concierto, sobre el maestro guitarrero José Luis Romanillos. “El nombramiento como hijo adoptivo de Sigüenza es más que merecido. Hablamos de una leyenda viva de la guitarra”, señaló.
La guitarrista utilizó anoche una guitarra de John Ray, un constructor de Granada, fabricada de pino abeto. “Le puedo sacar muchos timbres distintos, que, en este tipo de conciertos me ayuda mucho”, señalaba. Nogales afirmó ayer que el sonido de la guitarra cambia en cada lugar. “por el clima o la humedad… al fin y al cabo, es un ser vivo”, terminó.
Este es el primer concierto que organiza la Asociación Romanillos-Harris en este verano y que ha contado con la colaboración del Ayuntamiento de Sigüenza.
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