En la tarde noche de ayer se celebró, en la plaza de Las Cruces, impecable para la ocasión, una novillada picada mixta, festejo estrella de las Fiestas de San Roque 2023. Presidió la novillada la alcaldesa de Sigüenza, María Jesús Merino.
Abrió plaza el rejoneador talabricense José María Martín. Le tocó en suerte Pajinero, de la ganadería de Valdemoro, un novillo soso, que embestía por arriba. Si bien para el caballo tenía buen tranco. Martín, rejoneador nuevo, tuvo lances de mérito hasta la hora de coger el rejón de muerte. El mismo no se mostraba satisfecho con su labor. “La primera mitad de la faena ha sido buena. De ahí en adelante, mala. Estamos aprendiendo. Y a mí todavía me queda mucho que saber. El toro tenía buen temple. Ha tenido calidad”, decía al término de su primera actuación, dolorido en un hombro por un lance en la lidia.
Después de haber sufrido una luxación en el hombro, dejó correr la vez, y en lugar de lidiar el cuarto, lo hizo con el sexto. En su segundo, de nombre Cordelero, el rejoneador lograba resarcirse, ya con los focos de Las Cruces encendidos. Aun así, el de Talavera de la Reina seguía sin estar satisfecho. “He cortado una oreja, cuando venía a desorejar mi lote y a salir por la puerta grande. Los caballos han estado bien, ante un toro que no ha sido fácil. Una pena el rejón, que no ha sido todo lo certero que debiera”, terminaba, ya fuera del coso. Martín hubo de desmontar para dar la puntilla a su enemigo.
Además del percance del rejoneador, también el segundo, Velocista, de Soto de la Fuente, hubo de ser devuelto a los corrales, al hacerse daño en una caída. Una lástima, porque se le intuía una calidad extraordinaria. Roberto Martín, Jarocho, lidió al sobrero, Leñador, de la ganadería de Gerardo Martinez. Leñador estuvo muy suelto en los primeros tercios, pero luego fue pasador. Jarocho mostró su técnica, tapando las carencias del animal, un novillo con mucho trapío que llevaba la cara por arriba. El novillero estuvo muy tranquilo, toreando incluso al natural, y dejando detalles de mucha clase. La espada le quitó el triunfo. “He hecho un esfuerzo, porque el novillo no ha sido fácil. Pero con firmeza, poniéndome en mi sitio, y haciendo las cosas con suavidad, el novillo, respondía. Ha habido momentos buenos en la faena. Me ha servido de mucho personalmente. Sigo ilusionado. Queda otro dentro, que no se va a ir con las orejas puestas”, señalaba Jarocho después de su primera actuación. El chaval tenía también un detalle con el público local. “Da gusto torear en plazas con gente tan cariñosa. Ojalá haya muchos más pueblos como Sigüenza para que los novilleros podamos ir toreando”, añadía.
Y, como había deseado Jarocho, en el segundo tocó pelo ante Reluciente, un novillo difícil, que tapaba mucho la cara y no quería pasar. El novillero derrochó voluntad y mostró oficio, pero igualmente falló a espadas. Aun así, ante la fuerte petición del público, la presidenta concedió la oreja. “Las sensaciones que me llevó son mejores que la oreja. Me sabe a poco, después del esfuerzo que creo que he hecho. Lo tenía que haber matado mejor. Me quedo con sensaciones positivas. Interiormente, me va a servir para crecer como torero”, decía al término de su actuación. El de Burgos se quedaba con su “entrega”, intentando hacer “las cosas puras”. Lo que quedó claro en la arena de Las Cruces es que quiere ser torero. “Es lo que más me llena en el mundo, me siento realizado. Es con lo que más disfruto. El toreo es mi vida y le dedico las 24 horas del día”, terminaba.
Cid de María estuvo muy templado con su primero, Avaro, un novillo que servía pero que tenía las fuerzas justas. De uno en uno, el yunquerano sacó muletazos de calidad, y con buena expresión. El novillero le dedicó la faena a su compañero en la Escuela Taurina de Guadalajara, Víctor Hernández, a las puertas de su alternativa, en Alcalá de Henares. “El novillo ha tenido poca fuerza, pero unas condiciones magníficas. Si no llega a ser por tres tropiezos que ha tenido, hubiésemos hecho un binomio muy bueno. He estado muy a gusto delante de él”, señalaba el chaval al término de la faena. Sobre lo que le dijo a Hernández, fueron “palabras de toreros”. Según afirmaba ayer en Las Cruces, le reconoció que “se ha ganado todo lo que tiene con su esfuerzo y sudor y que es un ejemplo para todos los que queremos ser toreros”.
En su segundo, Cachiruleto, Cid de María cortaba su segunda oreja y se convertía en el triunfador de la tarde, saliendo a hombros. Su faena combinó valentía y técnica, templando la embestida para mantenerlo en pie. “Quería aprovechar mi segunda novillada, porque este año no estamos toreando tanto”, señalaba el yunquerano, que daba las gracias a sus paisanos por acompañarle y seguirle y también al público de Sigüenza, “una gente extraordinaria”.