La procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) es una plaga que afecta a los pinares de toda la cuenca mediterránea. En Guadalajara, esta plaga se ha convertido en un problema creciente en los últimos años, especialmente en el Barranco del Alamín donde en primavera pueden verse con facilidad afectando a animales domésticos y personas.
Las condiciones climáticas le son cada vez más favorables a esta oruga: Los inviernos suaves y las primaveras cálidas favorecen el desarrollo de la procesionaria y más donde proliferan los pinos, como el caso del barranco del Alamín.
Al clima se le suma la falta de depredadores naturales: La disminución de aves insectívoras y otros depredadores naturales ha contribuido al aumento de la población de procesionaria.
El Barranco del Alamín: un punto crítico
El Barranco del Alamín es una zona especialmente afectada por la procesionaria debido a la gran cantidad de pinos que alberga. La proximidad a zonas urbanas aumenta el riesgo de contacto con personas y animales domésticos.
Impacto de la procesionaria
La procesionaria puede tener diversos impactos negativos:
Daños en los pinos: Las orugas se alimentan de las hojas de los pinos, debilitándolos y haciéndolos más susceptibles a otras plagas y enfermedades.
Riesgo para la salud: Los pelos urticantes de las orugas pueden causar irritación en la piel, ojos y vías respiratorias de personas y animales. En casos graves, pueden producirse reacciones alérgicas.
Molestias a la población: La presencia de orugas en zonas urbanas y parques puede generar molestias y preocupación entre los ciudadanos.