¿Qué hacer en Guadalajara? Pues aplaudir el Tenorio Mendocino o visitar la exposición Tablillas de Difuntos en Atienza
El día de Todos los Santos
Significado
La liturgia católica, puede leerse en Vatican News, ha dedicado esta fiesta “a hacer presentes en nuestra memoria a todas aquellas personas que, superando la debilidad y las tentaciones, fueron dóciles a la acción del Espíritu Santo y, ahora, comparten la gloria de Cristo. Hoy recordamos, pues, que los santos son todas aquellas hijas e hijos de Dios que vivieron la fe, la esperanza y la caridad siguiendo el ejemplo de Jesús, y que practicaron en modo eminente las Bienaventuranzas descritas en el Sermón de la Montaña”
Orígen
Sus raíces son antiguas: en el siglo IV se empezó a celebrar la conmemoración de los mártires, común a varias Iglesias. Los primeros rastros de esta celebración los encontramos en Antioquía, en el domingo después de Pentecostés; san Juan Crisóstomo ya hablaba de ello. Entre los siglos VIII y IX, la fiesta comenzó a difundirse en Europa, y en Roma específicamente en el IX: aquí fue el Papa Gregorio III (731-741) quien eligió la fecha del 1 de noviembre para coincidir con la consagración de una capilla en San Pedro dedicada a las reliquias «de los Santos Apóstoles y de todos los santos mártires y confesores, y de todos los justos hechos perfectos que descansan en paz en todo el mundo». En la época de Carlomagno esta fiesta ya era ampliamente conocida y celebrada y de la combinación de estas tradiciones, y con la de las misas votivas en memoria de muchos o de todos los santos, surgió una tradición que ya para el siglo VIII estaba arraigada, si bien la fecha no era siempre la misma. El papa Gregorio IV la unificó en el primero de noviembre porque las cosechas ya se habían recogido en el territorio romano y porque las celebraciones anteriormente eran el 13 de mayo, fecha en la que los víveres eran escasos en Roma y las multitudes que peregrinaban para los actos eran ya muy considerables.
El Tenorio Mendocino
Se trata de la representación, itinerante, abierta y gratuita, de la obra Don Juan Tenorio, de José Zorrilla, utilizando como escenario los edificios que la familia Mendoza construyó en Guadalajara entre los siglos XV y XVII: el Palacio del Infantado, la Concatedral de Santa María y el Palacio de Antonio de Mendonza, aunque, también, habrá otros escenarios utilizados, ya, en anteriores eventos como Palacio de la Cotilla, Claustro Liceo Caracense, Jardines Liceo.
Su primera edición fue en el año 1992 y, desde entonces, se representa anualmente en la noche de Todos los Santos con la participación de unos 150 actores, no profesionales, siguiendo la filosofía de la Asociación quien, además, cuenta con otras agrupaciones locales integrándolas en esta propuesta que ostenta los títulos de Fiesta de Interés Turístico Provincial y Regional.
La representación incluye un pasacalles que, a las seis de la tarde, partirá desde el Liceo Caracense recorriendo las calles céntricas de Guadalajara. Después, a las siete, tendrá lugar la recreación social de la Guadalajara del siglo XVI en la plaza de Santa María y, a las nueve de la noche, la representación del Tenorio Mendocino.
Una edición que presenta más reparto femenino
Como ya adelantaba El Liberal de Castilla (leedlo aquí) la edición de este año presenta más reparto femenino y, por tercer año consecutivo, contará con las colaboraciones de Ana Vélez, César Maroto y Julio Prego, como directores de la representación, junto con la nueva incorporación de Arantxa Orellana como ayudante de dirección.
Una de las novedades de este año, ha sido la figura de Don Juan Tenorio que será representada por Raúl de Pedro, “una persona nueva en el Tenorio Mendocino y nuevo en las artes teatrales, representando así el espíritu del Tenorio Mendocino de querer aportar algo a la ciudad a través del teatro», decía Ana Vélez.
Por otro lado, Arantxa Orellana explicaba que «la emoción del Tenorio es este encuentro colectivo, como evento, porque no es una función de teatro.
Las escenas de la representación de D. José Zorrilla continuarán siendo los espacios mendocinos habituales; Plaza de Santa María, Palacio de la Cotilla, Claustro Liceo Caracense, Jardines Liceo, Patio de los Leones del Palacio del Infantado y fachada del Palacio del Infantado.
El Día de Difuntos
Noviembre es el mes dedicado a los difuntos ya que son numerosos los cultos que se celebran en sufragio de las almas en pena siendo, el día 2, el dedicado a ellos aunque, cierto es que, la noche del 1, al día 2, es la propicia para contar relatos fantásticos y sobrecogedores relacionados con las almas de los difuntos que, esa noche, pululan por las casas y bajan a la tierra.
¿Ritos que se hacían?, pues el toque de campanas, poner lamparillas encendidas, rezar responsos y, como hoy, acudir a los cementerios para adornar las tumbas de los seres queridos aunque no nos olvidamos de las bromas y sustos de estas noches, protagonizadas por los niños, con sus calabazas huecas en las que, en su interior, han colocado una vela encendida.
No hace muchos años, en la práctica totalidad de nuestros pueblos, era normal tapar el ojo de las cerraduras con puches (una especie de gachas elaboradas con harina, agua y anises) para evitar, así, que las ánimas pudieran entrar en las casas de gentes que, por lo que cuenta la tradición, no eran las más queridas del lugar.
Hablamos de puches pero, también, hay que mencionar en la gastronomía de este día los famosos Huesos de Santo o los Buñuelos de viento.
“Historias” de difuntos en Guadalajara
Además del papel de hermandades y cofradías, en las que destacaba de forma especial la labor de la llamada “De la Vera Cruz”, el etnógrafo, José Antonio Alonso, estudia el asunto remontándose a tiempos en los que, la muerte, el hecho de morirse, era tratado en torno a una familia que, en ese momento, en el último, le ayudaba a morir casi a golpe de letanías. “En mi propia familia, se recitaba una especie de conjuro que normalmente he escuchado como villancico de Navidad: las doce palabritas, dichas y retorneadas. Se establecía entre el moribundo y el familiar una especie de reto para decirlas al derecho y al revés, de modo que ayudaba a bien morir”.
En Valverde de los Arroyos, dice, había andas para la conducción del cadáver, un pobre, hasta el cementerio y, en Yebra, era (o sigue siendo) costumbre poner dinero para contribuir a la comida del funeral.
Los tañidos de las campanas tocando a muerto sonaban en todo el territorio. En Hinojosa, se llevaba una mesita para colocar el féretro y hacer oraciones en el trayecto hasta el camposanto. En la segunda estación, las mujeres se daban la vuelta y continuaban sólo los hombres. Después del suceso del entierro, había dos formas de alumbrar a los difuntos, por medio de bancos o de las tablillas o quemaos siendo las mujeres las encargadas de hilar, artesanalmente, la cera con la que se enrollaban los quemaos. En Otero en Paredes de Sigüenza era costumbre al mismo tiempo que se hacían ofrendas de luces hacer ofrendas de panes.
El luto, de negro riguroso, era la norma social de vida tras la muerte de un familiar como habitual era, y sigue siendo, que el segundo día de la fiesta local se dedicara a la memoria de los difuntos. En Riba de Saelices, dice José Antonio Alonso, se hacían unas roscas que se rifaban en fiestas. En cada número, la familia ponía el nombre del difunto al que quería dedicarle esa rosca. Curioso es también el mundo de la artesanía y de las lápidas. En Guadalajara hay algunos lugares en los que los alfareros hacían lápidas de barro con la facilidad de poder escribir en blando y que sus tallas permanecieran luego, una vez cocido.
¿Y las supersticiones?
En Tartanedo, por ejemplo, se pensaba que cuando se está cavando el hoyo de los difuntos, si llueve, es señal de que pronto habrá que hacer otro. También el número 13 va unido a la muerte. Cuando se juntaban trece personas, en algunas localidades, en un evento familiar, normalmente la mujer se iba a comer a la cocina. Era un mal presagio. Igualmente, los cazadores, no solían salir a cazar el día de los difuntos citando, el propio Alonso, la leyenda, el cuento de que, en Mazuecos, dicen que un cazador le perdonó la vida a una liebre que le habló en nombre de un familiar.
Las Tablillas de Difuntos en la Posada del Cordón
La Posada
La Posada del Cordón se ubica en un antiguo caserón del siglo XV, sirviendo en la actualidad de sede del Centro de Interpretación de la Cultura Tradicional de la Provincia de Guadalajara, con más de 600 piezas de gran valor etnográfico. Un edificio que consta de dos plantas. En la planta baja se sitúa la oficina de turismo, una sala de actos y exposiciones y un taller para actividades didácticas. En total tiene unos 700 metros cuadrados, de los cuales unos 400 se destinan a exposición
Las Tablillas
Una costumbre muy extendida en la provincia de Guadalajara, era la de llevar a la iglesia tablillas de madera, con cera hilada, enrollada, para alumbrar a los difuntos; se colocaban sobre las sepulturas y se mantenían encendidas mientras dura la misa y los oficios religiosos. Tablillas que suelen medir unos 15 por 20 centímetros y unos 2 de grosor, con una asa trapezoidal y suelen ser lisas.
La pieza principal, expuesta, es una pequeña tablilla procedente de la pequeña localidad de Escalera, cedida temporalmente a la Diputación por su propietario, Enrique Guillén Bañuelos. La pieza, de madera dura, está profusamente decorada con figuras circulares, aspas y exapétalas. Junto a ella, se exhiben cuatro tablillas procedentes de Robledo de Corpes y una de Anchuela del Campo y forman parte de la colección Alonso-Calleja.
El uso de estas tablillas y el rito en memoria de los difuntos se ha documentado también en localidades como Bustares, Rienda, Valverde de los Arroyos, Henche, Tendilla, Luzón, Amayas, Riba de Saelices, Monranchel, Carrascosa de Tajo, Rebollosa de Jadraque, Oter, Ruguilla y Alcorlo, así como en la provincia de Soria y en las comunidades autónomas del País Vasco y Navarra.
El horario de visitas del Centro de la Cultura Tradicional de la Posada del Cordón es: sábados de 11 a 14 horas y de 16 a 18 horas y domingos y festivos de 11 a 14 horas.