Este fin de semana ha tenido el tercer encuentro de clubes de lectura de dos pequeñas localidades, como son Galápagos y Fuentenovilla. Las dos tienen en común el hecho de contar con bibliotecas públicas municipales que, gracias al trabajo de sus responsables, Mayte Aparisi y José Vicente Monge, son elementos dinamizadores no solo de la vida cultural, sino también de la social, de sus pueblos.
A los dos bibliotecarios les une un concepto muy similar de lo que debe ser una biblioteca en el siglo XXI en el medio rural. En sus respectivas localidades, cuentan, desde hace años, con clubes de lectura integrados por vecinos que disfrutan leyendo. Ellos han sabido dinamizar e incentivar este interés por la cultura, reuniendo al club, con periodicidad semanal, todos los viernes, en sus respectivas bibliotecas. “La labor de la Biblioteca en Fuentenovilla, es encomiable. Es el mejor ejemplo de lo que debe ser un servicio como éste, en el medio rural. José Vicente ha sabido ganarse a los fuentenovilleros, e involucrarlos en un programa cultural sencillo, pero sentido, que se ha consolidado con los años. Nuestra biblioteca es, junto a nuestra banda de música, el emblema cultural del pueblo, por lo que ambas, siempre, van a contar con el apoyo de este Ayuntamiento”, señala Monse Rivas, alcaldesa de Fuentenovilla.
El pasado verano surgía la idea de unir a ambos clubes en la lectura. Fue una iniciativa pionera en la provincia, que está resultando todo un éxito. Fue así cómo, contando con el apoyo de la Diputación de Guadalajara, y por supuesto, con el de los dos ayuntamientos implicados -Fuentenovilla y Galápagos- en diciembre pasado se propició una primera reunión, que tuvo lugar en el salón de actos del Colegio San José en Guadalajara. El objetivo era el de crear espacios culturales conectados entre municipios para compartir experiencias y desarrollar así el hábito de la lectura entre los ciudadanos.
Para aquel primer encuentro se eligió un libro de relatos cortos de la escritora canadiense y Premio Nobel de Literatura en 2013, Alice Munro, titulado “Mi vida querida”. Munro fallecía este pasado mes de mayo, por lo que ya es un emblema para siempre de la iniciativa. Acudieron 15 personas de ambos clubes y fue muy satisfactorio, puesto que, además, se sumó también la lectura de ‘Los acorralados’ de Fidel Vela. También recién fallecido, su lectura compartida fue “un reconocimiento a un autor nuestro que, pese a no haber nacido en Guadalajara, escribía de nuestros pueblos”, señala Mayte. Los lectores, fuentenovilleros y galapagueños, compartieron sus ideas, sin tapujos, en un hermoso diálogo por turnos, respetando siempre la palabra del compañero.
En marzo de 2024, la tertulia se centró en torno a Holden Caulfield, protagonista de la novela ‘El guardián entre el centeno’, una novela de J.D. Salinger. Quisimos introducir algún clásico, menos conocido pero con gran peso literario. Creo que con Salinger, acertamos de pleno. Aquel segundo encuentro tuvo lugar, de nuevo, en Guadalajara resultando más concurrido que el primero, e igualmente, interesante.
Para el encuentro de fin de curso, en el tercer trimestre de la iniciativa, se ha apostado por una novela gráfica, que ha sido para muchos lectores “un tremendo descubrimiento”, certifica la bibliotecaria de Galápagos. Se trata de ‘El tesoro del cisne negro’, una novela de Paco Roca y Guillermo Corral, que narra un hecho histórico acaecido en España, en 2007, cuando se investigó el naufragio de un galeón español, que traía oro y plata de otro lado del Atlántico. “Nuestros lectores asociaban este tipo de novelas con el comic o el tebeo. Sin embargo, se han dado cuenta que en absoluto son libros infantiles”, señala Mayte, certificando que, a muchos de ellos, esta lectura les ha abierto la puerta a un género que desconocían.
Este tercer encuentro se ha desarrollado, por fin, en una de las dos localidades, y concretamente en Fuentenovilla, y en su maravillosa biblioteca, de suelos de madera, asemejándose a las fragatas que en su día capitaneó el fuentenovillero Blas de Salcedo que le da nombre, y proponiendo, como sus velas, un viaje a la cultura. Los galapaqueños atravesaron las vegas del Henares, “preciosas, nos ha encantado el camino”, señala Mayte, para llegar a la villa alcarreña. Lo primero, fue conocer el pueblo, de la mano de las cumplidas explicaciones turísticas del bibliotecario, apostilladas por los comentarios de los anfitriones.
Los dos bibliotecarios coinciden en que los debates son enriquecedores, como el de este fin de semana, naturalmente. “Las opiniones de los demás aportan a cada lector, siendo, incluso, capaces de modificar las propias”, señala Mayte quien afirma que hay un muy buen entendimiento, y muchas ganas de escuchar al otro, “aunque a veces parezca que hemos leído libros distintos”. Son los bibliotecarios los que reparten los turnos de palabra, para que todos los lectores puedan expresar sus opiniones, sin que ninguna se quede en el tintero por timidez. Así, de los libros se pasa a la actualidad del mundo real, y también a las experiencias personales. Todo ello ha despertado un gran entusiasmo. “La lectura, nos está uniendo”, dice Mayte.
Rosa Chaves, miembro del club de lectura de Galápagos, participaba por primera vez en uno de estos encuentros. “Nos ha encantado el libro. Era la primera vez que leía una novela gráfica y me ha interesado mucho. Yo conocía la historia a través de la serie de televisión ‘La Fortuna’. Como novela gráfica, me ha parecido estupenda. Los dibujos son muy expresivos, transmiten emociones sin palabras”, señalaba la galapagueña, a quien viajar a Fuentenovilla le ha parecido también un viaje en el tiempo, por su picota y el olor a madera y la tipología de su biblioteca. Rosa está encantada con la iniciativa, pero aún más con la labor de su bibliotecaria. “Participando en el club de lectura, hablamos de cine, de libros, hacemos tertulias, tertulias con jóvenes… Convivimos en la biblioteca. Me encanta que los bibliotecarios hayan tenido esta iniciativa. Conocer sitios y a otros lectores, nos engrandece como personas, gracias a estas dos bibliotecas vivas” termina.
Para José Vicente Monge, el otro gran valedor de la iniciativa, y ayer anfitrión, la evolución del club de lectura de Fuentenovilla es muy interesante. “Son pueblos pequeños en los que todos nos conocemos, pero vernos en la biblioteca crea vínculos diferentes a los que ya tenemos en la plaza, en la tienda, en el bar o en el colegio. Es sorprendente lo que puedes descubrir de otras personas, a partir de lecturas compartidas. Experiencias vitales sobre la infancia, juventud, sobre la adolescencia y la vejez. Cuando todas ellas son compartidas con respeto, resultan muy enriquecedoras”.
En Fuentenovilla, el verde es el color de la Biblioteca. “Cuando la gente ve los carteles de ese color, sabe que es una actividad de la Biblioteca”, cuenta José Vicente. Así, la villa alcarreña cuenta con un amplio calendario cultural y de ocio, en el que tiene mucho que ver la biblioteca: la semana cultural, las actividades extraescolares o el mercado del libro de segunda mano son sólo algunas de ellas. Y todos los viernes, naturalmente, el club de lectura.
Aspecto esencial es la selección de las lecturas, tanto en cada club como en esta actividad compartida, buscando siempre algo que los miembros del club no leerían normalmente. “Cada club tiene sus lecturas independientes, pero hablamos y las combinamos, nos hacemos recomendaciones mutuas sobre lo que funciona, y sobre lo que no tanto”, explica el bibliotecario. En este caso, han optado por la novela gráfica “para romper la brecha generacional”.
Ahora, y debido el gran éxito de este intercambio, “estamos pensando en ampliar el número, hablando con otras bibliotecas pequeñas” y por supuesto, también en devolver la visita a la biblioteca de Galápagos.
Juan Andrés Gregorio, integrante del club de lectura de Fuentenovilla, considera “muy importante” la labor que están haciendo los bibliotecarios en sus pueblos, “incentivando la lectura en gente de todas las edades, acercando al pueblo las nuevas tecnologías, los idiomas y la lectura de cuentos; sencillamente, es digno de alabar”.
Para Juan Andrés, que siempre había leído novelas convencionales, en prosa, haberse acercado a la novela gráfica, le transportó al mundo del comic, casi olvidado, y al recuerdo los tebeos, de ‘El Cachorro’ o del ‘Capitán Trueno’. “Volver a leer una historia, una obra en este formato gráfico, ha sido muy interesante y, además, como siempre, las opiniones de los demás, han enriquecido mi lectura”, añadía.
La tarde terminaba con una merienda compartida por cortesía del Ayuntamiento de Fuentenovilla, en la que también colaboró y estuvo presente la concejala de Cultura, María Murillo.