Este viernes, 7 de febrero, tenía lugar la celebración de la víspera de las Águedas. La anunciaba el tradicional volteo de las campanas en la Iglesia de Santa María, a eso de las 17:30 horas. Llegó a ser tan virulento en su día, para dar comienzo a la fiesta, que tuvo, incluso, que ser prohibido.
Se procedía a continuación a la entrega del bastón de mando del Ayuntamiento, y a la imposición de la banda a la Alcaldesa Mayor a Gema Ayllón, elegida en 2025 por la Junta Directiva de la Asociación de Mujeres de Santa Águeda, que es la que organiza la fiesta. Lo hizo el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Cogolludo, Rafael Pérez, quien además, naturalmente, le entregó el bastón de mando.
Antes de hacerlo, Pérez recordó que la fiesta de las Águedas “reivindica, como ninguna otra, el empoderamiento de la mujer”, e hizo un breve repaso de la historia de esta celebración en la villa serrana.
La tradición de Santa Águeda es profunda en las raíces del pueblo. De ella hay constancia documental desde el siglo XVI. Pero fue después de la Guerra Civil cuando creció hasta lo que es hoy. En 1945 se formó la primera junta de mujeres que se hizo cargo de recuperar la fiesta, después de unos años de abandono.
Como no había imagen de Santa Águeda, entonces la celebración consistía únicamente en merendar juntas las mujeres y organizar el clásico baile que mantenía el privilegio femenino de sacar a bailar a los hombres.
La fiesta religiosa se inició en el año 1950, año en el que, con una nueva imagen de la Santa se pudo recuperar la procesión, en el recorrido que se mantiene hasta el día de hoy.
En 1980 la junta de mujeres de aquel año estrenó los trajes típicos regionales que se habían confeccionado en el Taller de Artesanía. Todo ello le dio un nuevo impulso a la fiesta de Santa Águeda, finalmente declarada de Interés Turístico Regional el 21 de diciembre de 1995.
Pérez mostró “el más profundo agradecimiento del Ayuntamiento de Cogolludo por mantener vivas las tradiciones, porque, de perderlas, nos convertiríamos en un pueblo sin alma”, después de calificar a las mujeres cogolludenses como “un ejemplo de buen hacer en este sentido”.
Gema Ayllón, en su calidad de Alcaldesa Mayor y como es la costumbre, pregonó la fiesta desde la tribuna del salón de plenos. Ayllón, de 30 años de edad, participa en las Águedas desde los 4. Su abuela, Luisa, forma parte de la Asociación desde 1956, y su madre, Conchi, desde 1988. “Ellas me han transmitido su amor por esta fiesta”, señaló, animando a las nuevas generaciones a que “mantengan la tradición” y recalcando la dimensión de fiesta para reivindicar “el empoderamiento de la mujer y las mismas oportunidades para ellas que para ellos en todos los sentidos”.
Ayer, sábado, 8 de febrero, en una mañana fría y clara, de sol radiante, las Águedas de Cogolludo, acompañadas por la charanga Los Maniseros, de Almoguera, al son del pasodoble Amparito Roca, se acercaban hasta la calle Juan de Mingo, donde está la casa de la Alcaldesa Mayor. Allí se había vestido, con el traje típico, la Alcaldesa de Honor 2025, la afamada repostera alcarreña, de Pioz, Fátima Gismero. Se recuperaba así la costumbre de que la Alcaldesa de Honor se vista en casa de la Mayor. En la misma puerta, le cantaron aquello de: “Buenos días alcaldesa, te venimos a buscar, y a darte la enhorabuena, por tanta solemnidad. Todas contentas, todas contentas, estas mujeres están, el pueblo de Cogolludo, con ellas se alegrará”.
Una vez recorrieron los poco más de cien metros que hay hasta el Ayuntamiento desde ese número de Juan de Mingo, Gema Ayllón tomaba la palabra para presentar al pueblo de Cogolludo a Fátima Gismero. “Tu trayectoria nos demuestra que con trabajo y talento se pueden alcanzar metas muy altas. Estamos muy agradecidas de que hayas aceptado ser nuestro ofrecimiento y esperamos que te sientas una Águeda más”, afirmaba.
A continuación, Ayllón le imponía a Gismero la banda correspondiente, sobre su traje típico, recién estrenado, y le entregaba el bastón de mando que ella misma había recibido de manos de Rafael Pérez, el día anterior. Fátima Gismero daba las gracias a las Águedas de Cogolludo por el regalo de conocer la fiesta. “Siempre digo que sin tradición no hay evolución. No podemos olvidar quienes somos, ni de dónde venimos. Este es uno de los motivos por los que, en Pioz, seguimos y seguiremos elaborando los dulces tradicionales de nuestra tierra”, señaló, dando las gracias, después, a las águedas, “por abrirme las puertas de Cogolludo”. Gismero afirmó sentirse “alcarreña”, y también que vestir el traje le había recordado su niñez, “cuando mi madre nos los hacía a mi hermana y a mí”.
La Alcaldesa de Honor destacó la ilusión con la que las mujeres celebran las Águedas y su unión. En cuanto a la igualdad de género, en su oficio, Gismero afirmaba en Cogolludo, que “vamos haciendo, poco a poco, con más mujeres pasteleras y panaderas, que van adquiriendo relevancia y asumiendo cargos de responsabilidad”, pero también que “hombres y mujeres, de la mano, vamos mejor; solas, no hacemos nada, y solos ellos, tampoco”. En todo caso, y según su experiencia personal, “en mi familia, nadie me ha frenado”, por lo que “animo a que cualquier chica que quiera emprender su propio negocio, en este gremio o en cualquier otro, lo haga, porque al final se puede, con ganas y con trabajo”. A Gismero le ha gustado tanto la fiesta, que volverá el año que viene, y quizá lo haga con una nueva receta del dulce de Santa Águeda.
Después de las pertinentes fotos protocolarias, la comitiva subía, de nuevo por Juan de Mingo, al ritmo de Los Maniseros, hasta la Iglesia de Santa María, donde se iba a celebrar la misa. La acompañó musicalmente el coro parroquial, en el que destacaron las voces de las féminas. Y la ofició el párroco local, Mauricio Muela. Durante la celebración, decenas de Águedas hicieron una generosa ofrenda floral a la Santa, cubriendo por completo la imagen de flores, principalmente claveles.
De nuevo una de ellas, Carmen Vicente, quiso dedicarle, en el altar, unas palabras a la santa escritas por ella misma. Lo hizo acompañada por su nieta, dejando ver el cariño infinito que sienten la una por la otra, y las dos por Santa Águeda.
A diferencia de lo que ocurriera el año pasado, en 2025 la procesión de Santa Águeda se pudo celebrar con normalidad. Conchi Iruela, Alcaldesa Mayor en 2023, se encargó de subastar las andas de la santa para llevarla en procesión por las calles de Cogolludo, en su recorrido habitual por las calles de Juan de Mingo y Jesus y María, hasta la plaza Mayor para volver, una vez circunvalada la joya renacentista de Cogolludo, de vuelta a la Iglesia de Santa María. Allí, Iruela subastaba de nuevo las andas, y las ofrendas, que este año se le han hecho a Santa Águeda. Muchas de ellas fueron dulces por los que Fátima Gismero, como no podía ser de otra manera, mostró gran curiosidad.
Terminada la ceremonia religiosa, la celebración se trasladaba a la Plaza Mayor, donde las Águedas invitaban a limonada y a más dulces a todo el pueblo. Y, a continuación, manteniendo el esfuerzo que se lleva haciendo después de la pandemia, diferentes grupos de niños y jóvenes bailaron al son de guitarras, laúdes y voces del coro de Cogolludo, las jotas y danzas típicas de la tierra.
A mediodía, el Salón Rico del Palacio Ducal de Cogolludo acogía la tradicional comida de las Águedas, a la que acudían 135 personas. La fiesta terminaba en la tarde de ayer, con un chocolate con churros y, ya por la noche, con un baile público, en la gimnasio de las escuelas.