Este afloramiento de piedra arenisca se ubica en uno de los arroyuelos que van a parar a la vega del río Cañamares, ahora hecha pantano. El promontorio, con dos cúspides naturales, fue retocado en varias ocasiones para adecuarlo a las necesidades rituales de las sociedades en cada momento histórico. El peñasco, de unos 2,3 metros de altura, tiene en su parte superior, a la que se accede a través de unos escalones tallados en la roca, lo que los prehistoriadores denominan “cubetas”: unos orificios abiertos en la superficie y unidos por pequeños canales, aparentemente usados para albergar algún tipo de líquido durante los rituales. Además, en su cara sur se suceden varios grupos de “cazoletas”, agujeros de entre 2 y 5 centímetros de diámetro muy comunes en los yacimientos rupestres desde la Edad del Cobre (3000-2000 a.C.).
La similitud de la peña de Los Cerrillos con otras bien documentadas como la Peña de la Zafrilla (Malpartida, Cáceres) permite situar el origen de este entorno sagrado, al menos, en la segunda Edad de Hierro (450-100 a.C.), aunque algunos arqueólogos creen que podría remontarse a la ya mencionada Edad del Cobre. No obstante, como sí que ocurre en otros casos, la peña de Los Cerrillos no parece tratarse de un lugar sacro olvidado en época prehistórica, sino que tuvo una clara importancia en momentos muy posteriores.
En la misma cara que las cazoletas prehistóricas, y a pocos centímetros de éstas, se talló en un momento indeterminado de la Edad Media (posiblemente entre los siglos XI y XII) una cruz insertada en un semicírculo de unos 40 cm de diámetro. Se trata de una práctica bastante extendida que buscaba la exorcización o cristianización de un espacio pagano. A esta evidencia se le suma la existencia de, al menos, 10 eremitorios en el entorno del barranco en el que se encuentra la peña, lo que puede estar indicando la importancia del lugar también durante el cristianismo primitivo. Estos eremitorios, que toman la forma de covachas excavadas en el afloramiento de arenisca, sirvieron de lugar de retiro espiritual a los primeros eremitas cristianos que poblaron el lugar. Esto tendría más sentido si cabe si se tiene en cuenta que el topónimo “Pálmaces” significa “cuevas” y que en algunos documentos antiguos viene definido como “despoblado de las cuevas”.
Con todo, la Peña Sacra de Los Cerrillos de Pálmaces de Jadraque demuestra la antigüedad del poblamiento de la Sierra Norte, además de la continuidad y la importancia de unas sociedades que, poco a poco, moldearon y dieron significado a un paisaje que ahora nos pertenece. Desde ADEL Sierra Norte se trabaja para el conocimiento y la comprensión de ese patrimonio oculto por los años en esta tierra tan rica como antigua.