Paco Alarcón siempre fue hombre bueno. Siempre tuvo gran corazón. Siempre fue un gran compañero, un trabajador incansable. Siempre atento. Siempre noble. Siempre dispuesto a ayudar. Oyente fiel cada día. Siempre al otro lado del transistor, en su casa, y en su otro hogar, Onda Cero Cuenca.
Ejerció durante décadas como técnico. Con sus cables, con sus micros. Pero su pasión deportiva, nazarena y taurina lo lanzó a ser el alma de sus programas. De sus tertulias. De tardes en La Fuensanta. De su amor por La Balompédica. De horas de radio. Sobre todo de Pasión de Cuenca, la más escuchada. Nos dejas huérfanos, Paco.
Su voz inconfundible se ha apagado de madrugada. En la noche oscura de esta pandemia canalla que no nos deja darte un último abrazo. Jose, tenías un tesoro.
Gracias Paco. Gracias por enseñarme tanto. Del oficio y de la vida. Gracias por creer en mi aquel verano de 2003. Fue un orgullo conocerte. Dieciséis años han sido demasiado pocos.
Hoy hemos tenido que radiar la peor de las noticias. Siempre te querremos. Siempre.