Una investigación, en la que participa la Universidad de Alcalá, demuestra que, en ambientes mediterráneos, los efectos positivos del calentamiento global no compensan los negativos derivados de un mayor estrés y la mayor frecuencia y magnitud de eventos de sequía.
En concreto, según el estudio publicado en Ecosphere, el efecto neto de la temperatura pasó de positivo a negativo en los últimos 25 años, coincidiendo con el aumento aproximado de un 1oC y con la mayor frecuencia de eventos extremos de sequía. Los investigadores han encontrado este efecto en todas las especies estudiadas, a pesar de que presentan diferencias contrastadas en su tolerancia al estrés hídrico.
Para realizar el trabajo, los investigadores analizaron el crecimiento durante seis décadas (1951-2015) en tres especies de pino en Castilla y León con diferentes tolerancias a la sequía (Pinus pinaster, P. nigra y P. sylvestris). Para ello, recurrieron a la dendrocronología, el estudio de los anillos de crecimiento que además permite estimar la edad de los árboles.
Estos resultados pueden interpretarse como una señal de alerta temprana de la vulnerabilidad de nuestros bosques al cambio climático. Por un lado, nos indican que el efecto positivo que el calentamiento global pudiera tener sobre la productividad forestal y por tanto sobre la capacidad de los ecosistemas forestales de secuestrar carbono y mitigar el cambio climático es limitado, al menos en ecosistemas limitados por agua.
Por otro lado, el hecho de que distintas especies muestren respuestas negativas similares del crecimiento ante el aumento de las temperaturas sugiere que las condiciones de estrés podrían llegar a sobrepasar la capacidad de tolerancia de las especies, incluso de aquellas más adaptadas al estrés hídrico.